miércoles, 2 de julio de 2008
Científicos alemanes en Argentina
Finalizada la Segunda Guerra, el mundo quedó virtualmente dividido, y los especialistas y eruditos en cada disciplina trascendental eran discutidos y reclamados por ambos bandos, para propulsar sus ambiciosas necesidades.
En Argentina, la situación era decididamente más favorable. Perón se encontraba en su primer mandato como presidente, y además de contar con un amplio apoyo popular, sus decisiones políticas y económicas pusieron temporalmente a la Argentina en un lugar de importancia.
Políticamente, Argentina se ubico en la conocida "Tercera Posición", declarándose neutral al conflicto (aunque a pocos meses de finalizar la Guerra, se inclinó del lado aliado). Esto le permitió la comercialización con ambos "bandos", y el fortalecimiento de su economía. En algunos casos, esta posición fue acusada como "cobarde y dubitativa"
Aprovechando el debilitamiento de las potencias y demás países que activamente participaron en la guerra, Perón administro un tipo de medidas económicas, basadas fundamentalmente en la exportación de materias primas, que permitieron ubicar en una posición favorable la situación económica del país.
En el primer mandato (1946-1952), la economía del sistema peronista fue en un primer momento nacionalista y estatista, pero antes de asentar industrias siderúrgicas, implementó medidas de exportación.
La Argentina, durante la Segunda Guerra Mundial había venido acumulando reservas de dinero importantes en Gran Bretaña lo cual la convertía de país deudor a acreedor. Se encontraba en una posición muy especial reforzada por el hecho de ser proveedora de materias primas en un mundo que recién empezaba a construir sus economías y sus sistemas productivos después de la guerra.
Durante 1946, Enrique Gaviola, el físico argentino más capaz y mejor entrenado del momento, planteó la idea de una organización científica nacional. Pretendía invitara a científicos extranjeros a participar de proyectos nacionales, para que Argentina avance en el tema y se ubique en los primeros planes mundiales. Además, Gaviola fue el primero en Argentina que planteo una idea atómica, y de la creación de una comisión nacional de investigaciones científicas.
Gaviola recibe una propuesta de la marina de crear un "Instituto Radiotécnico". Gaviola acepta el ofrecimiento, y les escribe a amigos en el extranjero y al premio Nóbel de Física, Heisemberg, solicitando su participación en el instituto.
Heisemberg acepta el ofrecimiento y las primeras repercusiones globales hacen eco. En una publicación de política internacional, New Republic, se hace mención a "un programa militar nuclear que se está lanzando en Argentina".
Las criticas son negativas, denunciando "el difícil rumbo que la Argentina está transitando, y la posibilidad de crisis que esto acarrea" .Mostrando así, como claramente indeseable la perspectiva de que la Argentina saliera como un país emergente, o aunque sea con poder cuantificable.
Esto genera repercusiones internacionales, que forjan presiones. Estas forman descontentos internos, y como consecuencia se cambia el plan de acción, Heisemberg no viene al país y el proyecto fracasa. Este seria un esqueleto y sorprendentemente un "aviso" de lo que posteriormente sucedería años mas tarde.
Juan Domingo Perón, junto con el brigadier Ojeda, se empeñaron también en modernizar la aeronáutica. Es así, que en 1945 se crea la Secretaría Aeronáutica, y en 1946 se funda la Fuerza Aérea Argentina.
Los proyectos de expansión de la aviación, denotan la falta de experiencia en el tema de los profesionales argentinos. Por esto, se decide buscar colaboradores extranjeros que ayuden y contribuyan a crear la nueva industria nacional en materia tecnológica (en este caso aeronáutica).
En 1947, varios científicos alemanes llegan a la Argentina. El más reconocido de ellos era Kurt Tank, que años después (1950), sería el responsable de la creación del "Pulqui II", uno de los aviones cazas más veloces y avanzados del mundo (similar al mítico MIG-15 soviético).
Un año antes de venir a trabajar a la Argentina, Tank se encuentra con un científico austríaco, que conocía anteriormente. Este señor, Ronald Richter, le confía una idea que había estado trabajando y estudiando hace tiempo. Asegura saber con facilidad como impulsar aviones con una energía poderosa y novedosa: la energía atómica. Kurt Tank queda fascinado con la propuesta, y quedan en contactarse. Poco menos de un año mas tarde, este ultimo viaja a la Argentina para trabajar en la Fuerza Aérea, en Córdoba.
En 1948, Tank mantiene una reunión con Perón, en donde comenta lo hablado con Richter meses atrás y lo recomienda rotundamente para trabajar en el país. Perón, acepto gustoso.
Poco tiempo después, se produce una entrevista personal entre Richter y Perón, ya en Argentina. Este le comenta sus nuevos y ambiciosos planes, relacionados con la energía nuclear, con la investigación que quería desarrollar el austríaco de obtener gran cantidad de energía a un costo muy bajo; y Perón queda fascinado. El proyecto significaba beneficios mutuos e importantes para ambos. Perón obtenía un recurso crucial novedoso en esa época, y el científico apoyo y reconocimiento mundial.
Luego de las formalidades, Richter se instala en Córdoba con Tank. Allí comienza a realizar experimentos, pero denuncia intentos de sabotaje y propone trasladar el proyecto a un lugar mas aislado. Esto, casualmente coincide con la idea de Perón de poblar el país, por lo cual este recomienda instalar las nuevas estructuras en el sur.
Luego de ver e investigar, el sitio indicado es la Isla Huemul, en San Carlos de Bariloche, dentro del Nahuel Huapi. El lugar es perfecto para un proyecto de este tipo: es recóndito y tranquilo. Así comienza el "Proyecto Atómico Huemul".
Luego de varios meses, se anuncia que se ha logrado el cometido: se ha obtenido el control a escala de la producción de energía termonuclear. La prensa internacional no se hace esperar, y critica escépticamente el anuncio, pero no deja de tratarlo e investigarlo, a la vez que seguían de cerca los desarrollos científicos que permitirían a los Estados Unidos enviar hombres a la luna.
Pasado el tiempo, las presiones internacionales, inferidas por organismos científicos y por medios periodísticos (principalmente norteamericanos) hacen que el “Proyecto Atómico Huemul” fuese considerado inviable por parte del gobierno de Perón.
Quizás era un proyecto demasiado avanzado para un país del Sur con una economía en crecimiento y afín a ideas “Socialistas”.
Proyecto Sonnengewehr, el Rayo de la Muerte nazi
Durante la Segunda Guerra Mundial la maquina de guerra Nazi experimentó con armas que no habían sido vistas hasta ese momento. El “proyecto Sonnengewehr”, que no llego a concretarse, consistía en un arma solar colocada en orbita y capaz de enviar mortíferos “rayos de la muerte” sobre el enemigo.
Ya hemos hablado de las armas que los nazis estaban preparando a mediados del siglo pasado. El “proyecto Sonnengewehr” fue quizás la mas ambiciosa de todas ellas. Sumamente adelantada para la epoca, este verdadero rayo de la muerte hacia uso de todas las tecnologías que se estaban desarrollando en el seno de los centros de investigación sobre armas del Tercer Reich.
El pequeño pueblo de Hillersleben, en Alemania, fue elegido por el nazismo para instalar el mayor centro de investigación sobre armas. Ubicado en una región dominada por las colinas y los bosques, un grupo de trabajo conformado por más de 150 ingenieros y físicos experimentó todo tipo de armas, muchas de las cuales se llegaron a usar durante la guerra.
En mayo de 1945, Alemania se rinde frente a los aliados, y las instalaciones de Hillersleben son abandonadas. En este lugar los aliados se encontraron con una cantidad notable de armas en distintas etapas de desarrollo. Cohetes de artillería, tanques modificados para lanzar proyectiles a varias millas de distancia, morteros de 600mm y toda una colección de inventos más estaban casi listos para el campo de batalla.
Pero nada se comparaba al diseño atribuido a Hermann Oberth, un físico que más tarde seria reconocido como uno de los padres de la cohetería. El proyecto Sonnengewehr (cuya traducción es algo así como “Arma Solar”) consistía en una plataforma ubicada en la órbita terrestre. Entre los documentos recuperados, se detallaba un método teórico para su construcción, mediante módulos prefabricados en tierra y luego enviados al espacio. Mas o menos el mismo mecanismo que se emplea hoy para la construcción de la ISS. Oberth incluso describió la forma de proporcionar gravedad artificial mediante un sistema de rotación.
De todos los planes que Oberth tenia para el espacio, el que mas interesaba a los nazis era la construcción de un espejo cóncavo de unos tres kilómetros de diámetro, que desde la orbita terrestre podría dirigir un rayo de luz concentrado hacia su superficie. Salvando las distancias, era más o menos lo que según la leyenda hizo Arquímedes para quemar las embarcaciones enemigas 2200 años antes.
Los científicos alemanes, utilizando los conceptos de Orbeth, llegaron a la conclusión que debian ubicar su espejo a unos 8200 kilómetros de altura. El material a utilizar seria el sodio metálico, abundante en la naturaleza y con una gran capacidad de reflejar la luz. El hecho de que la humedad lo convierta en algo sumamente inestable no era un problema: en el espacio sencillamente no hay moléculas de agua que pudiesen interferir con su funcionamiento.
Una versión mejorada de los cohetes V2 serian los encargados de llevar una a una las piezas del espejo al espacio. Con el nombre clave de V11, y diseñado por Wernher von Braun, el cohete que reemplazaría al V2 no solo llevaría el hombre al espacio sino que podría incluso bombardear a los Estados Unidos tal como el V2 lo hacia con Inglaterra.
El espejo orbital nazi contaría con una zona dedicada a alojar a los astronautas encargados de operarlo. Hay detalles que pueden parecer hasta graciosos hoy, pero hace 60 o 70 años, el espacio y la falta de gravedad eran prácticamente desconocidos. Por ejemplo, se planeaba obtener la energía eléctrica necesaria a partir de una especie de dinamos alimentados por la radiación solar. Los astronautas utilizarían botas magnéticas para desplazarse por el piso de la estación espacial, y el oxígeno sería proporcionado por un invernadero. Una plantación de calabazas convertirían el CO2 liberado por los astronautas en oxigeno respirable.
La tripulación recibiría por radio las instrucciones encriptadas, y mediante un mecanismo direccionaría el es espejo hacia el blanco terrestre. El enemigo no podría defenderse ya que no contaba con la tecnología capaz de alcanzar y destruir la Sonnengewehr.
Afortunadamente, nada de esto llegó a construirse. La llegada de los aliados en 1945 terminó con los planes nazis de construir su propia “Estrella de la Muerte”, aunque es posible que las dificultades técnicas debido a la falta de tecnología de la época hubiesen hecho inviable al proyecto. De hecho, es muy probable que el rayo generado en el espejo se difuminase tanto al atravesar la atmósfera que al llegar a tierra no fuese más que un molesto resplandor.
Muchos de los científicos alemanes, incluidos los propios Oberth y Wernher von Braun, se trasladaron a los EEUU para continuar sus investigaciones en cohetería. De alguna manera, la tecnología de la V2 que sirvió para devastar Londres seria la encargada de dar vida al Saturno V que llevó los astronautas del Apolo a la Luna.
martes, 1 de julio de 2008
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